Iglesia Presbiteriana en Chile eligió a una mujer como su máxima líderesa y emite carta pastoral donde llama a aprobar una nueva Constitución Política
La elección de una mujer en el máximo cargo de conducción presbiteriana en Chile es un acontecimiento histórico y ejemplo para otras iglesias cristianas, pues forma parte de la adecuación de esta comunidad de creyentes a los nuevos tiempos que vivimos como país y sociedad en general.
La Iglesia Evangélica Presbiteriana en Chile eligió a la pastora Jacqueline Troncoso como «moderadora» del Sínodo, la máxima instancia en la toma de decisiones de esta iglesia, y en su reunión anual analizó la realidad del país ante la cual emitió una importante carta pastoral.
El sínodo tuvo lugar en Pirque, Región Metropolitana, el 17, 18 y 19 de enero último, y al concluir emitió una Carta Pastoral donde analizan la situación socio política en el país, se comprometen a participar activamente en los procesos actuales y comunican la elección por primera vez, de una mujer como moderadora: la pastora Jacqueline Troncoso Dantagnan, quien reemplazará al pastor Jorge Cárdenas.
En la carta pastoral, la Iglesia Presbiteriana dice que se suma «como parte del cuerpo de Cristo, en la búsqueda de una nueva sociedad, en la tarea y desafío que significa contribuir a realizar cambios profundos en nuestro país».
Asimismo, llama a «participar, apoyar, elaborar y aprobar una nueva Constitución política para nuestro país en la cual se plasmen los altos valores y principios de sociedades modernas, democráticas y que garantice los deberes y derechos de quienes vivimos y amamos este país».
El tema de asamblea constituyente es muy importante para las iglesias evangélicas. El Grupo de Estudio Multidisciplinarios sobre Religión e Incidencia Pública (GEMRIP), elaboró para las comunidades eclesiales un material pedagógico que favorece la reflexión y en solo dos sesiones se abordan temas como la constituyente y la democracia en la Biblia y el aporte de las iglesias a un nuevo pacto social. El material puede descargarse desde aquí.
El texto de la carta pastoral de la Iglesia Evangélica Presbiteriana en Chile es el siguiente:
La Iglesia Evangélica Presbiteriana en Chile, reunida en Sínodo en el Municipio de Pirque, Región Metropolitana, entre los días 17 al 19 de enero del año 2020,reconociéndose como parte del cuerpo de Cristo y teniendo preocupación por los hechos que vivimos como país, los desafíos misioneros y el trabajo de acompañamiento pastoral al cual somos llamados/as, y teniendo como referencia las Sagradas Escrituras, queremos expresar nuestra preocupación de algunos temas sobre los cuales damos a conocer nuestra voz desde una perspectiva pastoral.
Vosotros sois la sal de la tierra y la luz del mundo…pero si la sal se
desvaneciere, ¿con qué será salada? Mt 5,13.El evangelio anuncia la tarea del pueblo del Señor en medio de las dificultades, desafíos, tristezas, alegrías y necesidades. “Ser sal de la tierra y luz del mundo” es a lo cual somos invitados/as, en todo tiempo y lugar, como parte del del testimonio del cuerpo de Cristo.
Ser “sal de la tierra y luz del mundo”, es el imperativo que tenemos ante la realidad que vivimos y enfrentamos. El Evangelio de Mateo refleja la necesidad que tiene la sociedad judeocristiana de hacer brillar la luz del Evangelio en medio de la oscuridad e injusticias que se vivían cotidianamente bajo la administración romana. La sal y la luz son los ingredientes que toda sociedad, iglesia y familia necesitan para darle sentido a la vida en el presente siglo.
Vivimos, en Chile y varios países de la región, un proceso social en el cual se han manifestado diversos sectores denunciando injusticias, miedos y temores. Junto con ello hay demandas de cambios y señales concretas que permitan avanzar hacia sociedades más justas, donde la verdad y el derecho norteen las relaciones personales, sociales, civiles y que la sociedad que queremos y deseamos las incorporen como parte integral del mundo nuevo que anhelamos. Pedimos al Señor que su Espíritu haga nacer y anide en nuestros corazones, las semillas del mensaje de paz y esperanza.
Como país enfrentamos desafíos que por años se han postergado y que no han tenido un desarrollo armónico y/o acorde a lo que como cristianos y cristianas creemos y soñamos a la luz de las escrituras. Estos desafíos se reflejan en la mala calidad de vida y deficientes condiciones que enfrentan amplios sectores de la población, especialmente la tercera edad y los/as pensionados/as, así mismo las dificultades que enfrentan nuestros jóvenes para acceder a mejores condiciones de vida, salud, educación y estabilidad laboral. Este tiempo ha dejado al descubierto una sociedad injusta, con índices preocupantes de corrupción y polarizada en niveles preocupantes, además de divisiones sociales profundas que tienden a masificarse. Vivimos en sociedades que han perdido sus referentes sociales y, en parte, está desamparada de las instituciones religiosas y el acompañamiento pastoral.
Lamentamos y condenamos los hechos de violencia que hemos visto, así como las acciones que realizan los órganos del Estado ante las manifestaciones sociales. Del mismo modo, pedimos a cada persona que se manifiesta que lo haga pensando en el bien mayor y tomando en consideración que se busca cambiar un modelo agotado, por uno que responda a lo nuevo, a lo que soñamos. La destrucción y la violencia no son los caminos que nos conduzcan a un nuevo país, por ello la solidaridad y el respeto deben primar en todo tiempo y lugar y que la práctica en favor de los más débiles, necesitados, las viudas, los huérfanos
y los extranjeros estén siempre presentes en nuestras acciones y oraciones.Ante estos sucesos, nos asiste una preocupación pastoral que nos aflige al ver que las respuestas a las necesidades y urgencias que tenemos no encuentran suficiente eco en las autoridades o instituciones responsables y no tienen apoyo o respaldo que las defienda, canalice y lleve a cabo sus demandas y necesidades. Vivimos un proceso que puede permitir al país realizar cambios profundos en el sistema de pensiones, representación social, salud, educación y una nueva constitución política.
En Pirque, lugar de nuestro Sínodo, como Iglesia Evangélica Presbiteriana en Chile, hemos elegido, por primera vez en nuestra historia, una mujer como moderadora. Esto nos alegra y compromete con la equidad de género, el respeto y reconocimiento del ministerio pastoral de la mujer. Más aún cuando de cinco miembros del comité ejecutivo, tres de ellas son mujeres, dos pastoras y una hermana laica.
Como Sínodo de la Iglesia Evangélica Presbiteriana en Chile, en este nuevo tiempo que queremos vivir y soñar, nos sumamos, como parte del cuerpo de Cristo, en la búsqueda de una nueva sociedad, en la tarea y desafío que significa contribuir a realizar cambios profundos en nuestro país. Del mismo modo queremos participar, apoyar, elaborar y aprobar una nueva Constitución política para nuestro país en la cual se plasmen los altos valores y principios de sociedades modernas, democráticas y que garantice los deberes y derechos de quienes vivimos y amamos este país. Esta tarea también la vemos como espacio para hacer presente la sal de la tierra y la luz del mundo que no es otra que la proclamación del evangelio en medio de nuestro país.
Deseamos profundamente, como partes de la tradición reformada, ver nacer un nuevo país, una nueva sociedad que se base en la verdad, en la justicia y que el derecho corra como ríos de agua viva, como señal de la presencia de la sal de la tierra y la luz del mundo. Del mismo modo, anhelamos fervientemente mantener y defender la dignidad de toda persona,
IGLESIA EVANGÉLICA PRESBITERIANA EN CHILE
SÍNODO EN RENOVACIÓN
Aunque el mal a menudo parece dominar, Dios es aún el Señor y Cristo, la única cabeza de su Iglesia creada a imagen y semejanza de nuestro Señor, como señal visible de que caminamos hacia lo nuevo, lo novedoso de la vida que en Cristo Jesús.
Pastora Jacqueline Trocoso, Moderadora del Sínodo
y Pastor Patricio Ávila, Secretario Ejecutivo del Sínodo
Fuente: Kairós New.