El Juego en Tiempos de Pandemia.
En educación parvularia el juego es una herramienta esencial para generar aprendizajes cognitivos, psicomotrices y afectivos en niños y niñas. Éste sienta las bases para el desarrollo integral de competencias sociales y emocionales, así como para generar aprendizajes enriquecedores y significativos como; soñar, generar vínculos, resolver conflictos, explorar y experimentar vivencias que contribuyan a sus vidas.
Si bien el juego, es esencial para el desarrollo de múltiples habilidades, en la actualidad se ha perdido la capacidad de jugar, a raíz de múltiples factores como; la falta de atención de los padres con sus hijes a causa de extensas jornadas laborales, la instalación de herramientas tecnológicas como elemento de entretención para los niñes y la falta de espacios recreativos que inviten actividades lúdicas en comunidades.
Es así como esta acción comienza a perder fuerza en la sociedad y pareciera que a nadie le asombrara e importara, ya que lo relacionamos con la posibilidad de bajar una aplicación al celular, al tablet o bien a una computadora, olvidando esa sensación de goce que sentíamos al jugar a la pinta, a la cuerda, a la escondida, así como otros juegos de carácter colectivo y no individual, que invitaba a relacionarnos, a mirarnos y divertirnos en una forma sana y alegre.
Ese sentimiento de goce que produce el juego, se debiera recobrar en tiempos de pandemia, donde el confinamiento no solo nos invita a estar en nuestras casas por el Covid-19, sino también a ocupar los tiempos en familia generando espacios lúdicos, donde todes puedan participar de espacios de conversación y encuentro familiar, los cuales se han perdido en esta sociedad tan elitista, consumista e individualista, que solo se preocupa de inculcarnos qué el éxito está asociado a lo material y no lo a lo espiritual.
Es así como en tiempos de pandemia, debiera resignificarse el juego y transformarse no solo en una instancia de recreación y diversión, sino también en un espacio de aprendizaje relevante para los niñes y sus familias, pues más allá de la experiencia educativa, su riqueza radica en la interacción entre los protagonistas, quienes comparten vivencias y sensaciones en torno a una actividad, permitiendo relacionarse de lo educativo a lo afectivo.
Carolina Morales N.
Ex – Directora Regional JUNJI