Por mi derecho a réplica
Cuando nos preguntamos cuáles son las barreras de género que a menudo protagonizamos las mujeres en política, pregúntenle a un director de medio de comunicación regional que quiere ser de un mundo imaginario al parecer, que parafrasea y realiza una mala analogía de la obra del gran Nicanor Parra, donde en su relato prevalece la discriminación y la misoginia.
Dedicar dos días columnas en la sección cahuines y editorial del domingo, ambas en anonimato y basada en soplos, citando solo opiniones de mujeres en grupos de WhatsApp de una organización política, supuestamente privada y de confianza, sin ir a la primera fuente; reafirma la decadencia del periodismo en Chile y la banalidad de defender los intereses económicos de los grandes Holding sobre los derechos de las personas y el respeto a mujeres en política.
Esto también, es no leer que Chile cambió y por tanto El Mercurio de Valparaíso se quedó tristemente en el pasado y como siempre “miente”. Ante este hecho, me pregunto si “el agente soplón” no envío fotos de las opiniones de los hombres en dichos grupos o es que ellos no son objeto de denigración en un medio de comunicación? Porque me consta que realizaron opiniones más fuertes incluso, pero que por respeto y porque tampoco no es mi estilo, no delataré.
Quiero dejar en claro, que NO estoy para prestarme como objeto de un ensayo periodístico de nadie, que carece de contexto, falta el respeto y denigra por dar una opinión, trasgrediendo la libertad de pensar y expresar en los espacios creados para aquello. Una opinión que di, no avalando una acción, si no más bien en primer término lamentando la falta de fraternidad partidaria y reflexionando sobre la cuestión desde otro punto de vista. Me gustaría que mostrara el mensaje completo, es más lo autorizo, para que se dé a conocer el contexto del texto que escribí y que nunca imaginé que se diera a conocer partes en un medio local.
Parece que efectivamente “el comunicador” tiene un mundo, una moral y una verdad imaginaria!! El relativismo solo existe en su ideario imaginario.
Por Priscila Corsi Cáceres