Un arcoíris de centro
Por: Jorge Andrés Cash, Abogado, experto en materias medioambientales.
El 5 de septiembre tuvo lugar un encuentro de gran significancia política, cuyo valor y alcance democrático exige ser examinado con mayor profundidad. Se trata del anuncio de una nueva alianza política en Chile, denominada “Centroizquierda por el futuro”, conformada por los rostros y liderazgos más visibles de la ex “Centroizquierda por el Rechazo”.
La fluidez de esta convergencia, constituida hasta el momento por los movimientos “Amarillos Por Chile”, “Una que nos Una”, “Gente del Sur” y “Proyecta Chile”, se explica y entiende, muy probablemente, por la matriz histórica, política y cultural que comparten y que se asocia, más allá de la voluntad y trayectoria invididual de sus integrantes, con el centro político y los valores que le son propios.
El carácter político de esta alianza es claro, no solo por lo sugerente de su denominación, sino también, porque trasciende a un objetivo específico y coyuntural, como fue el plebiscito del 4 de septiembre. En esta ocasión, se trata una confluencia meditada, coordinada, articulada y orientada hacia un propósito común superior: “El futuro de Chile”, a partir de un gran “Acuerdo de Unidad Nacional” para “un nuevo texto constitucional”. Con ello aspiran, además, a representar a una “centroizquierda huérfana”. Esos son los bordes políticos de esta alianza.
Pero el objetivo de representar a una “centroizquierda huérfana”, carece de la necesaria ambición que exige interpretar a quienes dieron por superado el clivaje entre izquierdas y derechas el pasado 4 de septiembre y más aún, autolimita, innecesariamente, el alcance y proyección de crecimiento que posee el virtuoso encuentro de las fuerzas que se han mencionado, a efectos de generar las bases de un nuevo proceso constituyente del que surja un texto constitucional que garantice verdadera estabilidad y progreso.
Lo anterior, porque se excluye sin fundamento claro, a un sector progresista de la centroderecha que no se identifica con Pinochet ni con la derecha económica y que ha evidenciado, el mismo compromiso democrático que la naciente alianza, no advirtiéndose, en consecuencia, obstáculos superiores que impidan la configuración de un espacio que re dignifique y revalorice la trascendencia del centro político.
El centro no es un dique de freno ni de control, tampoco es el resultado marxista de la confrontación de dos tesis (izquierda y derecha) de la cual surge una síntesis para enfrentar la historia. Del mismo modo, no se trata de una causa abstracta al servicio de objetivos de terceros, y menos, de un espacio geométrico que deba ubicarse equidistante entre los extremos.
El centro político, es un espacio que se caracteriza por la apertura del pensamiento, la fraternidad, el respeto, el diálogo, los acuerdos, la tolerancia y la capacidad de entendimiento, la sensibilidad social, la racionalidad, el realismo, y, sobre todo, por un compromiso permanente y consecuente de respeto irrestricto a los derechos humanos, sin excepción, especialmente de los más débiles.
Más allá de la simpatía o identificación personal que cada miembro de esta nueva alianza pueda legítimamente sentir con la izquierda, parece conveniente revisar el marco de convergencia propuesto, ampliándolo a aquellos sectores progresistas de la centroderecha que permitan representar al único huérfano que ha quedado en evidencia luego de este proceso: el centro político, sin apellidos.